El castillo de Otranto




Autor: Horace Walpole
Título: El castillo de Otranto
Editorial: Valdemar
Año: 2008 (1764)
Páginas: 227





El siervo volvió a la carrera, y sin hálito, aterrado, echando espumarajos por la boca, con los ojos fuera de sus órbitas… Nada pudo decir, pero señaló con un dedo hacia el patio. Los allí congregados se quedaron atónitos y tan aterrados como el criado.


El castillo de Otranto es considerada como el texto inaugural de la literatura gótica, predecesora, en su estética y sus temas, de lo que hoy conocemos como novela de terror. Son esta novela Walpole no solo rompe con toda la tradición y el movimiento estético y filosófico de su época, al apelar, en pleno siglo de las luces a la irracionalidad y la superstición más absolutas, sino que crea una escuela de seguidores que tomarán sus motivos, temas y personajes y los transformarán, no solo Mathew Lewis con El monje o Ann Radcliffe con Los misterios de Udolfo, también podemos considerar que Walpole sembró las semillas que darían lugar a novelas tan conocidas como Frankenstein, Dorian Gray o a las obras del propio Poe, aunque sin duda, llegados a este punto, el género había evolucionado de forma irreversible.

La novela es considerada como uno de los hitos del prerromanticismo, ya que cuenta con todos los elementos que predominarán más tarde en la literatura e iconografía románticas, la ambientación medieval, los castillos, las ruinas, sepulcros, cuadros parlantes, bellísimas damiselas en apuros, etc. Sin embargo, también hay que decir que el tratamiento de Walpole de estos elementos y temáticas es aún muy primitivo, y que las escenas de mayor terror pueden resultar hoy risibles para el lector acostumbrado al género. 

Como curiosidad, cabe decir que cuando la novela fue publicada por primera vez en 1764, Walpole no figuraba como autor, sino, bajo un pseudónimo, como traductor. En un prólogo explicaba cómo había encontrado el libro, fechado en 1529, en una biblioteca italiana, y había decidido traducirlo para el público. Probablemente la burla de Walpole se debió en parte a que su obra iba en contra de todos los principios de la época en la que escribía. Sin embargo, la recepción de la novela fue tan buena, que al año siguiente Walpole escribía un segundo prólogo en el que reconocía tanto la burla como la autoría del libro.

Toda la obra está envuelta en un tinte dramático, los personajes está caracterizados en extremo y predominan los diálogos, las acciones se suceden de forma rápida y continuada, de forma que no hay espacio para la reflexión o pasajes más introspectivos. Sin embargo hay que decir que es una novela profundamente humana, el elemento sobrenatural, presente desde la primera página, acompaña al lector y a los personajes durante toda la novela, pero no marca el devenir de la trama, son los personajes, con sus pasiones exacerbadas, sus miedos y sus amores, los que marcan los acontecimientos, de hecho, en algunos momentos, los amoríos cruzados, no correspondidos y los personajes desconocedores de las intenciones de los demás pueden llegar a recordar a una buena comedia de enredo.

A pesar de los años transcurridos, la novela tiene una fácil lectura, los múltiples personajes y sus historias cruzadas hacen que el desarrollo sea muy ameno, y la claridad de las explicaciones de Walpole hacen muy difícil perderse. En definitiva, podemos decir que si El castillo de Otranto no va a marcar un antes y un después para el lector actual, es un indispensable para aquellos que quieran conocer el género del terror desde sus profundidades.